Hello world!
Julio 11, 2019STFI Leigthon, pintando la diversa identidad
Octubre 21, 2021La agrupación nace desde la práctica tallerista. La conforman cuatro mujeres: Cynthia Imaña, Alejandra Campos, Erika Silva y Pamela Monasterio, ellas trabajan en Memorarte, ya sea en proyectos, cursos y creación. También hacen parte del grupo de bordadoras otras dos compañeras que son Ximena Fernández, Ana Reyes, más conocida como “la pepa”, quienes apoyan de manera más puntuales.
Cuando conformaron Memorarte decidieron bordar para incidir. Para la colectiva es más importante el proceso creativo de realización, que terminar un trabajo. Una de sus integrantes fundadora nos cuenta que para ella los talleres son una herramienta habilitadora para muchos procesos que tienen que ver con la adultez, “cuesta llegar a saber lo que sienten los adultos, saber lo que piensan es relativamente fácil, pero lo que sienten es más difícil, entonces crear juntas nos permite generar diversos flujos de información”, relata Erika.
¿Qué significado tiene para ustedes juntarse a bordar?
Para nosotras es lo más importante, porque significa estar todos los días conectadas, aunque en estos tiempos pandémicos no físicamente, pero estar comunicadas todos los días para saber de nuestras vidas, y también para emprender múltiples proyectos, que van desde relacionarnos con la academia, hacer clases, hacer talleres, hacer piezas, generar alianzas con otros, hacer libros, ilustrar, regalar piezas. Pero lo más importante es estar juntas, porque a nadie le gusta hacer las cosas sola, aunque de todas maneras considero también un deleite crear sola, pero siempre valoramos el hecho de las complicidades y pasarlo bien, porque una a veces tiene luchas bien brígidas, que duelen, o que son movilizadoras, no sólo de lo que le pasa a una, sino que le duele al pueblo, que siempre ha sido vulnerado en sus derechos, en su vida cotidiana. En ese contexto nos parece que esas luchas hay que confrontarlas en los espacios públicos, no sólo en la comodidad de un taller o únicamente difundir el trabajo en redes sociales, sino que salir a la calle, con los lienzos, ocupar esos espacios. También nos interesa que esa lucha no sea solamente ver lo que nos falta, sino que tener un goce cotidiano en la vida y pasarlo bien, con los colores, con las telas, con las formas, con las figuras, con la creación, para nosotras eso es super importante y eso es lo que transmitimos nosotras a nuestras estudiantes, en el fondo procurarse espacios por el buen vivir donde las vidas y el placer estén siempre en el centro y tratar de luchar por aquello.
¿Cuál es la relación de su arte con el oficio de costurera?
Finalmente, las costureras reparan algo, entonces desde una mirada simbólico-estética nosotras zurcimos historias, reparamos memorias, a pesar de que no tiene la función material de reparar una tela, pero si tiene la función histórica de generar piezas que ocupen un vacío por omisión, por inacción, o por condiciones injustas, digamos inmerecidas, y creemos que con nuestras creaciones en tela transmitimos esas voces más marginadas.
¿Sienten que su manera de hacer los bordados reúne el sentir de las mujeres y feministas en los territorios? ¿Fue pensado desde los inicios de esta manera, que la política feminista se vea en sus trabajos, o se da de forma natural por la historia que atravesamos las mujeres latinoamericanas?
Nosotras trabajamos principalmente con mujeres, en general los talleres o encuentros es super marginal la presencia de los hombres, aun cuando no somos separatistas y la puerta siempre está abierta a los hombres, nunca se dice que no pueden venir hombres, por lo general viene el 1%, entonces en ese contexto, es un oficio que surge desde las mujeres principalmente, y que no tiene nada que ver que sólo este asociado a la aguja y la tela a una mujer. Y sí, nuestros cantares textiles hablan de empoderar a la mujer, desde cosas que son muy practicas como la autonomía económica que provoca el poder vivir de una creación artística. Eso te empodera, te da respaldo económico, lo que para nosotras es super importante que lo hagamos no sea solo en el tiempo libre o el hobbie, si bien hay muchas cosas en las que gastamos plata, que ni siquiera ganamos, las entregamos, las regalamos, pero para nosotras es importante que también sea una de nuestras fuentes económicas más para subsistir
Esta es una lucha que requiere de tiempo, de disposición y de cosas que van quedando de lado, obviamente que, si haces una apuesta por vivir del mundo textil, estas dejando otras apuestas de ganar en otros espacios que de seguro sería mucho más fácil ganar plata para sobrevivir, entonces hay una cosa de ser pobre y regodeona, vivir de las cosas que te hacen felices, buscar los caminos y sacarse la cresta por eso. Y en ese contexto nuestro lenguaje habla también de una crítica al sistema patriarcal, neoliberal, depredador, en donde hombres y mujeres necesariamente tienen que construir una sociedad donde ninguno de los dos sienta el peso de las creencias sobres sus roles y sus estatus.
Hablando desde dos lugares, primero desde lo académico, una puede cultivarse en términos de ingresar en tu matriz conceptual todo el andamiaje que tiene que ver con las olas feministas, con los conceptos, con las definiciones, con la reflexión académica, con la reflexión crítica, pero eso es una parte de la vida, una parte limitada de la sociedad, eso es una elite que accede a la construcción académica. Yo tengo la impresión o la constatación de que es bastante intuitivo reconocer las brechas de género, o reconocer los espacios que han habitado con más comodidad o menos comodidad hombres y mujeres, por lo tanto, no creo que se requiera necesariamente de una construcción académica política formativa ideológica para adherir o no, hay cosas que se sienten en la emoción, en la piel, en el día a día. Por ejemplo, hacer clases en la cárcel, con las excluidas de las excluidas del sistema neoliberal consumista patriarcal, desde ahí se puede intuir lo que efectivamente se siente y como eso disminuye la posibilidad de ser una persona libre, por el hecho de haber nacido mujer, pobre, sin educación o vivir como lo agudo de la estructura o lo vivir lo más grave de la exclusión. Y también en la otra vereda, la del éxito o de la de haber cumplido ciertos roles, las mujeres igual tienen desventajas con muchas cosas como la desigualdad en el sueldo, o la credibilidad de los protagonismos en las diferentes esferas laborales profesionales, o académicos. Todo esto tiene un relato de recoger las historias, recoger las memorias, y finalmente de estas materialidades surge la creación artística que develan de aquello.
Las arpilleras cumplen un rol histórico, ¿ustedes creen que en Chile se valora este arte como un rescate sobre la realidad latinoamericana?
Cualquier materialidad de alguna manera fija como un alfiler, su ojo en alguna realidad histórica cotidiana, y la detiene, y por así decirlo nosotras al plasmarla en una obra, es un material histórico y de memoria. Ahora nosotras no esperamos necesariamente estar en la historia, nosotras hacemos un trabajo que tiene que ver con la emergencia, que tiene que ver con lo urgente. El sentirnos alagadas por la valoración en la calle, por las emociones que provoca el continuar un oficio que si tiene una historia de divulgación, de denuncia de los atropellos a los derechos humanos en Chile, que si continua el legado de Violeta Parra, de bordar contra lo inmerecido, Violeta la primera mujer que sale del bordado decorativo, al bordado político.
De todas formas, entendemos que hay varios Chiles, un Chile que le importa, otros Chiles que no les importa, hay Chiles donde ni siquiera existe la posibilidad de vivir sin la expresión artística, o Chiles que ni siquiera saben porque es importante el arte, de la cualidad de un arte humano, no de ser decorativo, o complementario, sino que existe en la esencia de las personas. Nosotras vamos a seguir bordando igual, sin importarnos el reconocimiento, ahora claro una se siente bastante mejor cuando alguien ve una pieza, la ocupa o la utiliza o se la lleva, o te llaman a una exposición, pero en honor a la verdad, lo hago igual con reconocimiento o sin reconocimiento, lo hacemos porque nos gusta.
¿Qué nos falta como sociedad para lograr valorar nuestros trabajos culturales?
No sé qué nos falta. Yo no espero agradar al estado para que nos financie algo, no espero nada que no salga del trabajo constante e ilustrado, la gente cree que nos va bien porque bordamos bien, y no bordamos bien, creo que tenemos herramientas que hemos adquirido por nuestras profesiones, por nuestros oficios, de la experiencia de otras vertientes, que nos han hecho ser buenas gestoras culturales, eso no quiere decir que tengamos todo resuelto, pero que si tenemos una trazabilidad donde si podemos ver que tenemos un exponencial de crecimiento y desarrollo, una proyección que a todas luces resulta interesante. Por ejemplo, que quieran sacar un libro en Cambridge, que tengamos alumnas de todo el mundo, que vayamos a giras internacionales, y que los medios nos cubran como en el New York Times, una supone que algo ha hecho bien. A mí no me falta nada porque no espero nada. O tal vez no ser una sociedad tan neoliberal o patriarcal.